El dormitorio de las hijas del matrimonio era un espacio limpio, en el que dormían las mujeres y por lo general también los niños de la familia. Se ubicaban en un espacio céntrico de la casa, cercano a la cocina y de otros espacios, en donde se desempeñaban las labores domésticas y también las mujeres se encontraban más protegidas de los peligros de “la calle”. Algunas mujeres lograron burlar estos controles familiares y se escapaban de la casa para asistir a bailes y encontrarse con novios, por lo que algunas tenían hijos llamados “naturales”.

Existían otros oficios que se desarrollaban en este espacio, como las labores de confección de ropa, remiendos para vestimenta de los miembros de la familia. También se hacía bordado, tejido de manteles, cobijas, limpiones, ropa de niños y muñecas para las niñas. Las mujeres colaboraron junto a las madres y abuelas a atender las necesidades cotidianas de los hombres y en la enseñanza de los valores, tradiciones religiosas, la disciplina y la limpieza.