En el dormitorio de la abuela se guardan la memoria y el recuerdo de toda una generación familiar, se recuperaban los saberes tradicionales relacionados con la curación de las enfermedades, recetas de cocina, religiosidad y creencias populares. En el altar encontramos el culto que se rendía a los santos, a las ánimas benditas y personajes consagrados por la tradición popular. No podían faltar las imágenes, “novenas”, recordatorios fúnebres, de primera comunión y estampas de los santos, rosarios.

Todo esto acompañado de amuletos, el olor a alcanfor, naftalina y hierbas para remedios caseros. En el baúl se guardan con mucha nostalgia los tesoros de la familia como retratos, alhajas, objetos que hablan de la historia familiar como los nacimientos, el crecimiento de los hijos, matrimonios y recuerdos de los fallecidos de la familia.